Sunday, May 08, 2011

Hymen Vorgos en el Desierto

Hymen Vorgos es una instalación coreográfica para galerías, creada por Benito González con Producciones la lágrima.El diseño visual es de Mauricio Asencio y el diseño de los objetos y espacio es del Arq. Germán Noriega
Ya teníamos información de que se realizaría una Instalación en la galería Kino para este festival, y que el co-director de Quiatora Monorriel sería el creador de dicho trabajo. Sobre aviso comienzan las expectativas. Benito González, (miembro del SNC)comenta en el "danzine"que la instalación parte de una reflexión conceptual sobre el estudio del tiempo y que la obra tiene continuidad con la línea de "Alas de Madonna", solo que mas contemplativa.
En esta obra se interviene la galería Eusebio Fco. Kino, apropiada por cinco seres en blanco y negro que utilizando este espacio no para lo que fué creado(arte bidimensional), sino descontextualizandolo con su presencia, modifican la percepción del espacio tradicional como normalmente se vive en las exposiciones.

Los artistas ocupan un sitio en el entarimado negro con sillas transparentes, y realizan algo que pareciera ritual. Atemporal, sin guión o libreto aparente, no hay principio ni final. Dos barras de hielo con "algo" congelado dentro son el único elemento que aterriza al tiempo en su lento discurrir.

Es una obra abierta. Los intérpretes invitan a la contemplación del acto que ahí está ocurriendo caminando en tacones dignos de las Hermanas Vampiro y Lady Gaga, pero con una imagen que puede hacernos pensar en personajes del Manga japonés y al mismo tiempo, dejar abierta infinitas lecturas para el observador. Desde un cirujano tipo Dr. Frankenstein pasando por los replicantes de Bladerunner y hasta los trabajadores de la planta de órganos en Los recolectores. Usted elija, aquí puede hechar a volar la imaginación.

El cuerpo caminando en el centro cambia cada determinado tiempo y los cuatro restantes sentados en las esquinas cual puntos cardinales participan de este estudio del tiempo estando presentes en una especie de jardín Zen donde la aparente calma entraña una energía y fuerza interior para sustentar la interpretación en Hymen Vorgos.

Cuando entré a la Galería, había demasiada gente que platicaba en voz alta, haciendo la música casi casi inperceptible. Normalmente cuando uno ve obra en alguna galería ó museo de arte, hay comentarios e intercambio de puntos de vista sobre lo que se está observando, pero aquí era franca plática... Escuché por ahí que alguien decía que le gustaba mas cuando los bailarines le exigían mas a su cuerpo y hacían movimientos mas difíciles como cuando veía a Truzca (el primer grupo profesional de danza moderna en Sonora) otros comentaban sobre su vida y demás. Todo se oía... Menos la música de la instalación.

Finalmente fuimos quedando pocos espectadores, entonces escuché la música y para mí, la instalación cobró un sentido distinto, todo tenía una razón y justificación. Personalmente me gusta mucho sentarme frente a una obra y ponerme los audifonos que están en la banca, así percibir como el autor pensó que su obra debía ser observada. Con una música elegida para acompañar la vista y provocar quizá, una experiencia estética que involucre mas sentidos.

Entonces,en ese punto... disfruté mucho la obra, encontré matices y diferencias en los personajes de cada uno de los seres habitando el universo de ese espacio, creo que pude presenciar como habían ya dado la vuelta y el ritual parecía comenzar de nuevo sin pausa ni final necesario. Como la vida. Continua, llena de blancos, negros y grises donde a pesar de, y a como de lugar, seguimos adelante en nuestro propio jardín zen buscando equilibrio, visión, objetivos, objetos etc... Tratando de mantener la serenidad sin dejar de vivir el día a día con su propia emoción.

Me pareció que hubo momentos brillantes en la obra, por ejemplo cuando los cinco seres se ponen de pie y las intervenciones de Nadya Rodríguez y Emmanuel Pacheco. Al respecto, Omar, estudiante de Biología de 22 años, comentó que había momentos que perdía la conciencia de que el bailarín era un ser humano. Arely de 21 años, estudiante de Artes plásticas me dijo que le parecía un espectáculo muy innovador, que sacaba de onda a la gente pero al mismo tiempo el look jalaba mucho porque era algo actual... Otros (varios) se quedaron esperando que algo pasara. El maestro Norzagaray, comentó: "Me gustó la idea de que el tiempo es distinto en cada quien, ellos tienen su tiempo y yo observo desde un tiempo distinto, el que presenta problemas de tiempo es el espectador, ellos pueden estar ahí todo el tiempo"

Ahora, en cuanto a los intérpretes, me parece que algunos de ellos pueden mejorar el manejo de su energía para incidir en su pulso interno, creo que es una obra particularmente difícil de ejecutar ya que deben mantenerse presentes por horas en el flujo continuo de la obra, además del hecho que la gente entra y sale constantemente. Habrá que continuar ejercitando la atención y la manera de llevar la traducción de ideas y conceptos al cuerpo. Siendo bailarines tan fuertemente entrenados, el movimiento mínimo constituye siempre un reto a vencer, pero el sello de contemporaneidad está tanto en la concepción del hecho creativo como en la ejecución de la puesta en escena. Los interpretes contemporáneos tienen la responsabilidad de ver mas allá para poder transitar exitosamente de una caída recuperación a la acción de simplemente ESTAR.

Obra abierta. Usted decide.

1 comment:

Germán Noriega said...

Efectivamente, la obra requiere de una profunda contemplación antes de emitir un juicio, positivo o no.

Existe una referencia evocativa a la aparente ausencia de sentido, como en un cuadro de Rothko, una escultura de Gormley, o una instalación intervencionista de la escultora británica Rachel Whiteread.

Hymen Vorgos es una anti-coreografía, un meticuloso paisaje de sublime catarsis; una experiencia que, de acuerdo al concepto de Jean Liedloff, nos conduce a un continuum que deseamos nunca acabe.