Una puesta dramática detonada por la historia de Romeo y Julieta llamada "Que no descubran tu nombre" fué presentada por Antares en el Desierto para la danza. El movimiento característico Antares, incorpora fuertemente el drama de historias que tienen que ver con la herencia común en todo ser humano: El nombre y el amor. Cada intérprete realiza tareas escénicas que pueden ligarse con los personajes del clásico de Shakespeare, en la percepción de cada espectador. En la primera parte, algo densa a mi parecer, la obra plantea las situaciones y relaciones que luego se desarrollan y culminan en una segunda parte ágil en acción dramática y movimiento. Cada detalle en producción, guión dramático y ejecución ha sido cuidadosamente trabajado. Mancillas incorpora nuevos talentos a la escena profesional, producto de la Escuela Núcleo Antares. Ana Ornelas (elección natural, por su excelente desempeño en el Núcleo) en total armonía con el grupo, baila con Antares desde la última temporada de "Falso Cognado". Ulises Corella y Joel Durazo participan con la compañía por primera vez en esta obra. Y aunque manejan el estilo de movimiento, un entusiamo excesivo dispara su ejecución, provocando que algunas combinaciones se vean apresuradas o con rangos acortados, en contraste con la serenidad con que el resto del elenco dirige justamente el flujo y aporte de energía al bailar, generando rangos amplios y manejo eficiente de los impulsos. Los nuevos Antares son muy jóvenes en la escena, seguramente pronto los veremos madurar y resolver esos detalles. A bailar se aprende bailando, dicen por ahí.
El material de Mancillas es de alta dificultad técnica y presenta fuertes retos para el fraseo. Ni se diga de las cargadas donde los ejecutantes deben coordinar impulsos con precisión casi casi milimétrica para lograr la sensación visual de vuelo que apreciamos cuando en pleno tour una bailarina es impulsada por su compañero y esta vuela sobre la cabeza de su pareja aterrizando suavemente para luego correr y volar sobre otro bailarín con dominio tal que da una impresión de facilidad, ¡como si volar encima de otros fuera muy sencillo!.
Esta versión contempóranea del Shakespeare, trae también un momento de madurez escénica para Omar Romero quien aprovecha los momentos en que el coreógrafo dirige la atención hacia su personaje para dejar en claro que ahí hay un intérprete que sabe jugar en equipo, construyendo ambientes para cada escena en que sus compañeros son protagónicos.
Y bueno, como desde hace tiempo ya, Tania Alday. La sobresaliente bailarina brilla en el escenario no solo con vuelos, extensiones, giros y equilibrios, pero también, manejando las sutilezas del movimiento de una manera exquisita. Conceptos como peso, volumen y calidades son territorios dominados por Alday. Su interpretación evidencía un profundo trabajo de análisis y construcción del personaje, pero con una sencillez y honestidad tal que desarma a cualquiera que siga sus pasos por el teatro de la ciudad. En el dueto del segundo acto para conmover hasta a quien se precie (como quien esto escribe), de ser duro de corazón.
Yo también deseo creer, aunque como dice en el programa, crecer no salva. "Ni creciendo se está a salvo del amor y sus arrebatos, damos el paso y deseamos creer, aunque a veces es mejor que no descubran tu nombre, quizás así, podamos escapar al eco interior de los viejos nombres que ya no se pronuncian".