Encontraràs material actual y de interès para la gente de artes escènicas, especialmente los que hacen danza. De ahì les comparto una de sus publicaciones.
Por Hayde Lachino
De unos años a la fecha, las artes escénicas acusan transformaciones importantes. En el terreno del arte contemporáneo, las producciones artísticas parecen retornar a los procesos de vida. De la proclamación por la estetización de la vida que hiciera el movimiento fluxus a la actual escena expandida, lo que se ha puesto en cuestión no sólo es la idea de representación sino también la siempre compleja relación con el espectador.
Este camino por aproximar cada vez más el arte a la vida pone en evidencia algunos temas importantes relacionados con los modos del hacer que determinan de manera fundamental la distribución social de la obra de arte. Y es que lo político de la producción escénica tiene que ver, en gran medida, con la distribución de la obra, con la socialización de la misma.
Hace unos años, la investigadora mexicana, Ana Rosas Mantecón afirmaba, en un encuentro en Quito, que nuestros espectadores son aquellos que resultan victoriosos de la gran batalla por la apropiación del capital simbólico. A los teatros llegan sólo los que han logrado vencer una serie de impedimentos socio-económicos y culturales, con lo cual las formas de producir revelan su alto contenido político.
Las exigencias del mercado del arte, la obligación por mantenerse “vigente”, y la condena a la “originalidad” generan mecanismos de producción del arte escénico que no son ingenuos ni mucho menos neutrales. En aquellos países en donde existe un sólido campo artístico, los creadores reproducen lógicas fordistas, esto es, la producción de obras en serie, obligados como están a atender las demandas del entorno por obra nuevas. En cambio en aquellos países que se encuentran en la construcción y consolidación por dicho campo, a los artistas se les impone la exigencia de construir la voz que hable por el todos y de alcanzar a quienes se supone llevan una cierta delantera en cuestiones de investigación y experimentación escénica, obligados igualmente a crear muchas veces en condiciones de precariedad e igualmente sin tiempo para la construcción de una teoría crítica a partir de la propia experiencia. En ambos casos se expresa la condición de la producción artística de nuestro tiempo y en nuestros contextos: producción capitalista en contextos de colonialidad.
A pesar de ello, justamente por encontrarnos en un momento en donde las artes escénicas están probando e indagando en nuevos terrenos, la producción y la gestión, adquieren un papel relevante, no se trata de actividades que simplemente habilitan espacios y recursos para la actividad creadora; fundamentalmente construyen un dispositivo en donde la creación y la reflexión pueden suceder, y en otra vertiente central, las formas de producir también condicionan la distribución. Producir bajo las viejas recetas para llevar a buen término una obra en un espacio habituales puede ser también una forma de abonar a la desigual distribución de la obra de arte. Entonces la pregunta pertinente es ¿cómo producir para que el arte descubra nuevos sentidos sociales y contribuya a una apropiación más distributiva del capital simbólico? Quien tenga la respuesta que arroje la primera idea.
* Texto escrito para el XII Encuentro Internacional de Danza, fragmentos de junio 2014, que se realiza en Guayaquil, Ecuador.