Después de un año, vuelve el concurso de coreografia, el cascanueces, el inba-uam, el taller de composición y la celebración del aniversario de la lic. en artes de la Uni, puede verse a todo mundo ensayando para estrenar o concursar. Sin embargo, la vida diaria se ve afectada por esta preparación, baja el rendimiento en las clases... aunque pudiera ser un asunto de "actitud"; puede caerse en un estancamiento en cuanto a entrenamiento, asunto delicado, pues cuando vienen las temporadas fuertes es cuando debiéramos estar mejor entrenados, más fortalecidos por el acondicionamiento personal, más enfocados mental y físicamente para el trabajo, y en mejor disposición de ánimo para llevar la carga cotidiana, las cosas que nos sacan de la rutina, son alicientes para aplicar lo que estamos desarrollando en la clase, para enriquecer nuestro proceso formativo como artistas, para crecer, pero haciendo una suma de todos los elementos.
La emoción y el cansancio por los nuevos proyectos, debieran, idealmente, reflejarse en un mayor compromiso con el diario entrenamiento, pues es justo ahi, en este punto, que nos damos cuenta lo que necesitamos trabajar para obtener un mayor nivel de dominio del cuerpo como instrumento de creación y expresión propio de cada intérprete, y ahí en el cansancio extremo podemos lograr la transformación, la catarsis, la magia de ser uno mismo un instrumento para el arte en movimiento. ¿Pudiera ser que caigamos en pensamientos de autocomplacencia y humo en la cabeza, para considerar bailar sin entrenar?
Aprovechemos estos tiempos críticos para crecer, para conquistar la voluntad de lograr lo que queremos, con disciplina, excelencia y entrega al ilimitado arte de bailar... disfrutando de cada experiencia y su tiempo.
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