TOMADO DE:
Educación recortada
Fuera de Ruta
Zenaida Margarita Bejarano Celaya*
La situación de la educación en México es bien conocida por sus deficiencias en todos los niveles. En los últimos días, se ha dado un debate interesante al anunciarse un recorte al presupuesto destinado a este rubro, pero ha tenido lugar también tremendo escándalo en relación a los cambios efectuados a los contenidos de los libros de texto para educación primaria.
La Secretaría de Educación Pública ha borrado de los libros de historia, la Conquista y la Colonia de México. Como se señaló en algunos medios nacionales y extranjeros, los libros de texto que recibieron las y los alumnos de primarias públicas a su llegada al nuevo ciclo 2009-2010, traían consigo “graves retrocesos y errores”, que en su momento fueron advertidos por especialistas. Ojalá que a la larga no resulte más caro el caldo que las albóndigas, pues en sacar suplementos y segundos tomos complementarios a los faltantes de las reformas poco consensuadas, se nos pueden ir los recortados recursos del ramo.
Este es el reflejo mediático del problema estructural de la educación en México, la calidad, asunto complejo y multifactorial. En 2006, el alumnado de 15 años reprobó los indicadores de educación en las mediciones de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico, con lo que nuestro país se colocó así en el penoso último lugar de los treinta países evaluados. Y si los alumnos reprueban es de esperar que también lo hagan sus mentores. En Sonora, el 65 por ciento del cuerpo docente requiere de nivelación académica, desde los recién egresados de las escuelas normales hasta los que tienen mayor experiencia. Y luego nos preguntamos por qué una gran cantidad de estudiantes de posgrado no saben escribir un ensayo –por no decir que no saben escribir–; pero qué se puede esperar si la educación básica en el país tiene serias deficiencias que se arrastran y convierten en crecientes bolas de nieve conforme son postergados y las y los estudiantes ascienden en la carrera académica. Y como telón de fondo: la enorme figura del sindicato de la educación, con sus prácticas opacas que tanto cuestan a quienes pagan impuestos; con la cuestionada figura de su dirigente y su incesante participación en la política nacional, en lugar de abocarse a realizar su legítima tarea de contribuir a fortalecer la institución responsable de educar y dotar de capacidades académicas a la población.
Si la situación en educación básica es lamentable, en educación media y superior es dramática y de la investigación ni hablamos. La creciente tendencia neoliberal de delegar la educación superior a la iniciativa privada para que se convierta en privilegio de quien pueda pagar por ella. Para muestra un botón: el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología anunció una reducción a las de por sí insuficientes becas de posgrado, no creo que así se motive la excelencia de los programas y el compromiso de las y los estudiantes que gozan de ese beneficio social.
Aunque lo lógico es que año con año los presupuestos públicos tiendan a incrementarse y/o hacer más eficiente el uso del dinero que se designe a educación e investigación para ir abatiendo los rezagos, los análisis presupuestarios han indicado que en los últimos años –en términos reales–los recursos se han reducido y los resultados de las evaluaciones no sugieren un uso más eficiente. Así se manifiesta la importancia del rubro para los encargados de la política fiscal. La prioridad aquí, evidentemente, no es fortalecer la educación, como lo han hecho las economías de primera. Hace unos días, se anunció un recorte del uno por ciento al monto destinado para el ejercicio fiscal 2010, se habla de alrededor de siete mil millones de pesos menos, como consecuencia de la crisis económica que atravesamos. Es obvio que no es con recortes presupuestales como se van a solucionar los problemas mencionados y mucho menos enseñando burradas (como han llamado valientemente algunos caricaturistas al resultado de las reformas educativas hechas a las apuradas), esto irá en detrimento directo de la calidad de la educación y afectará los esfuerzos que se hacen en ciencia y tecnología y, en general, al desarrollo del país. En este contexto se augura dejar fuera del sistema a muchos estudiantes potenciales de todos niveles, así como una mayor deserción de quienes ya estén en el sistema. El desarrollo humano y económico no se puede dar en un contexto de recursos limitados y de capacidades coartadas, la evidencia indica que las oportunidades son acaparadas por los grupos de poder, en tanto los vulnerables siempre absorben el costo social.
*Maestra en Ciencias Sociales, estudiante del Doctorado en Ciencias Sociales, Desarrollo Económico y Exclusión Social de el Colegio de Sonora, mbejarano@posgrado.colson.edu.mx
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